
En el día del maestro quisiera que supieras mi memoria: recuerdo a mi maestra, era pequeña y delgada. Sonrisa blanca. Manos calidas.
Ella me enseño a sonreír en los recreos y a contar sin mis dedos, y a imaginar historias extrañas.
Tenía el cabello sobre los hombros y me contaba cuentos imposibles
En el tercer banco, junto a la ventana, la miro otra vez como la miraba admirándola con mis 9 años.
Y vuelvo, una vez más, al pizarrón invadido de cuentas y palabras.
Y vuelvo a escuchar su voz. La voz de mi maestra.
Mi maestra, en mi memoria, toma un cuaderno, cualquiera, y lo mira asombrada.
El cuaderno le devuelve un dibujo y una carta:
“Seño cuando sea grande quiero ser maestra. Como vos.”
Y junto al texto una rosa un corazón, un libro…
Recuerdo a mi maestra y en el recuerdo regreso a esa niña que fui y puedo ver otros niños y otras escuelas y otros maestros…
Cuando la infancia regresa siempre deja sabor a chocolate en los labios y juegos de recreo con manos sucias y corazón libre…
Cuando la infancia regresa en la memoria siempre regresa a la escuela, al amigo y al mejor maestro.
Espero que en tu escuela hayas tenido una maestra como la mía, porque ella me regalo sinónimos y alegrías.
Y me prometió sueños si aprendía a leer. Y los tuve, y a sorprenderme con el mundo. Y a decir “permiso”, “gracias” y “perdón.”
Ella supo quien era y me llamaba por mi nombre.
Mi maestra es la llave necesaria a la escuela que yo tuve, a la memoria. A una escuela que aun resiste en el trabajo y el esfuerzo de otros maestros como ella.
Espero para vos un maestro que se anime a la aventura, que cambie si el mundo cambia, pero que se mantenga firme y te brinde seguridad. Espero para vos un maestro calido en la palabra, creativo y amigo.
Que te permita crecer.
Un maestro, solo un maestro.
Los maestro son gente sencilla, próxima, necesaria.
Pero no son maestros si no están con vos…
Ella me enseño a sonreír en los recreos y a contar sin mis dedos, y a imaginar historias extrañas.
Tenía el cabello sobre los hombros y me contaba cuentos imposibles
En el tercer banco, junto a la ventana, la miro otra vez como la miraba admirándola con mis 9 años.
Y vuelvo, una vez más, al pizarrón invadido de cuentas y palabras.
Y vuelvo a escuchar su voz. La voz de mi maestra.
Mi maestra, en mi memoria, toma un cuaderno, cualquiera, y lo mira asombrada.
El cuaderno le devuelve un dibujo y una carta:
“Seño cuando sea grande quiero ser maestra. Como vos.”
Y junto al texto una rosa un corazón, un libro…
Recuerdo a mi maestra y en el recuerdo regreso a esa niña que fui y puedo ver otros niños y otras escuelas y otros maestros…
Cuando la infancia regresa siempre deja sabor a chocolate en los labios y juegos de recreo con manos sucias y corazón libre…
Cuando la infancia regresa en la memoria siempre regresa a la escuela, al amigo y al mejor maestro.
Espero que en tu escuela hayas tenido una maestra como la mía, porque ella me regalo sinónimos y alegrías.
Y me prometió sueños si aprendía a leer. Y los tuve, y a sorprenderme con el mundo. Y a decir “permiso”, “gracias” y “perdón.”
Ella supo quien era y me llamaba por mi nombre.
Mi maestra es la llave necesaria a la escuela que yo tuve, a la memoria. A una escuela que aun resiste en el trabajo y el esfuerzo de otros maestros como ella.
Espero para vos un maestro que se anime a la aventura, que cambie si el mundo cambia, pero que se mantenga firme y te brinde seguridad. Espero para vos un maestro calido en la palabra, creativo y amigo.
Que te permita crecer.
Un maestro, solo un maestro.
Los maestro son gente sencilla, próxima, necesaria.
Pero no son maestros si no están con vos…
2 comentarios:
Bueno, esta entrada se la dedico a todos los maestros en su día... y a todas las profes... èste es el texto que tengo que leer mañana en la escuela jaja, lo publique porque me gusto mucho...
Besos a todos...
Gracias Andrea por el saludo y por el texto. Me sorprendió. Gracias por seguir estando por acá. E insistir, siempre.
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